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miércoles, 24 de abril de 2013

Dios Aprieta Pero No Ahorca

Recorrí el pasillo del astillero, y me detuve en uno de sus ventanales para observar a la Novata, que reposaba inmóvil sobre una de las dársenas de anclaje. Había pasado por varias vivencias extraordinariamente críticas durante el último viaje.

Todo iba muy bien. El negocio de las células de energía venía viento en popa, aunque a un ritmo lento. Demasiado lento. Fue entonces, que yendo de paso por Nébula de Herrón, conocí a un personaje extraño en el mercado de la estación, que al comentarle mi estado de ansiedad, me recomendó que visitara una de las tres minas de Mena. La Mena es un mineral muy similar al oro terraqueo, que puede encontrarse en los asteroides flotantes a lo largo de todo el Universo X. Es utilizado para la fabricación de material bélico, y sistemas electrónicos en general. Su mejor precio de oferta, ronda los 50 créditos, y puede venderse hasta el triple de ese valor. No necesitaba pensar mucho más si comparaba los 7 créditos que ganaba por cada célula de energía. Así que sin más ni más, decidí cambiar de ramo.

Rápidamente, caí en la cuenta que había descubierto un negocio prometedor, entre los sectores Nébula de Herrón y Argom Prime. Siempre, una de las tres mineras, tenía buenas ofertas de Mena. Y siempre, encontraba estaciones en el sector vecino que necesitaban de ella. Comencé a viajar entre ambos, yendo y viniendo cargado de Mena hasta el hocico. Y vi como mi capital se incrementaba con bastante fluidez. Fue cuando el diablo metió la cola.

Contando con casi 300.000 créditos, pensé en la practicidad de auto abastecerme de Mena. Para ello, necesitaría varias cosas:

  1. Un analizador de minerales (a fin de descubrir los asteroides que mejor rinden)
  2. Un láser perforador minero (para poder fragmentar las rocas en pequeños elementos)
  3. Un láser tractor de minería (que permite transportar las rocas al interior de las bodegas)
Un dinosaurio espacial que encontré de camino
El paquete se llevó casi toda mi pequeña fortuna amazada con gran esfuerzo y paciencia. Pero un nuevo negocio estaba frente a mí, y yo contaba con todas las herramientas necesarias para obtener el oro en polvo gratis, a partir de ahora. O al menos eso creía.

Instalé el láser perforador en la única torreta trasera de mi Mercury, lo cual de por si sería una gran desventaja. Debía situar el asteroide a mi popa para poder perforarlo, y maniobrar un transporte no es algo muy cómodo. Luego, con el arma, disparar una sola carga que agotaba mi fuente de energía en casi un 40% por descarga. Si el asteroide era de un tamaño considerable, éste se fragmentaba en una veintena de pedazos, que con mucho dolor descubrí, debían a su vez ser desfragmentados en pedazos aún más pequeños para poder transbordarlos. 

Y digo "con mucho dolor descubrí", porque al intentar manipular una roca demasiado grande, terminé por dañar la nave y perder algunos sistemas sensibles y bastante caros, como el analizador duplex y el software de extensión de comercio, más la bahía de carga correspondiente. A cambio de tanto trabajo, lo único que conseguí, fue beneficiarme con unas 30 toneladas de Mena tras varias horas de sufrimiento e insultos en todos los idiomas que conozco. 

Obviamente, que tras una experiencia tan desalentadora, desistí en cualquier intento por competir contra las mineras proveedoras, y tomé conciencia que no tenía la nave apropiada para tal tarea. Había una cantidad ínfima de oro en mis bodegas, el casco de la Novata estaba muy dañado y ya no contaba con sistemas esenciales para la labor de un comerciante. Un emprendimiento desastroso. 

Pero como siempre todo puede ir peor, justo cuando estaba dirigiéndome a la puerta estelar para saltar a Argom Prime, la alarma del scanner se enciende al detectar un pirata Boron ingrensando en sentido contrario. La situación era pésima.

El delicuente posa su mirada en mi y ve un blanco perfecto. Mal herido, indefenso, con cierta carga, no duda en atacarme. En mi desesperación por saltar por la puerta lo antes posible, decido darle algo con que entretenerlo. Eyecto el láser de minería que no me serviría de nada para defenderme. La pieza de 35.000 créditos atrajo su atención y fue por ella, dándome el tiempo suficiente para alcanzar la protección de Argom Prime y su caudal de naves patrullas. Si venía atrás mío, se lo comería vivo la policía. No lo hizo.

Con toda mi rabia contenida, fui derecho al astillero. Allí recapacitaría largo tiempo acerca de la mala experiencia e intentaría reponerme y lamer mis heridas. Con la mente pertubada, compré un pase al invernadero en el bar de la estación. Varias jornadas de sueño, quizá ayudaran a ver las cosas de un modo más alentador.

Hoy, parado aquí frente al ventanal, veo que el efecto de la invernación no ha sido tampoco lo que esperaba. Viendo a la Novata anclada allá afuera, todo ha vuelto a resurgir. Será cuestión de salir otra vez a probar mejor suerte.

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